miércoles, 12 de julio de 2017

26 meses

Hace tiempo que vengo diciendo que mi pequeña ya no es un bebé, pero ahora está claro que ya es 100% niña. Tanto es así que a veces viene a que la coja en brazos jugando y diciendo "Naia es un bebé", lo cual irónicamente es prueba de que ya no lo es.

Lo sé, lo sé, ya tiene 26 meses, dejó de ser bebé hace tiempo... pero es duro. Es increíble, maravilloso, fascinante, emocionante y apasionante, pero también difícil. Cada día se hacen más mayores y nos necesitan un poquito menos.

Mi hija siempre ha sido tirando a independiente, lo cual es genial. Y ya no me puedo quejar de que sea un poco "despegada" porque la verdad es que conmigo es bastante amorosa de maneras diferentes. Buscándome para jugar, acurrucándose conmigo debajo del edredón huyendo de "monstruo-papa" o diciendo a los demás niños "MIN mor!!!!!" (MÍ mama!!), cada día me envía señales de que me quiere, aunque no lo diga directamente y aunque a veces le pregunte si le puedo dar un beso o un abrazo y me diga que no.

Sinceramente, sigo en el paraíso. Y digo esto después de noche en la que me he levantado dos veces y papá una, porque la peque estaba llorando/quejándose/teniendo pesadillas. Digo esto después de decirle a papá esta mañana ¿estamos seguros de que queremos tener otro bebé en el futuro y volver a las noches de no dormir?

Pero todo vale la pena cuando la peque me pide que juguemos al "escondite". Nuestro juego del escondite consiste en dos turnos:
1. Yo voy a contar y N se esconde debajo del edredón en mi cama (siempre debajo del edredón). Cuando llego al diez, empiezo a buscar y para no encontrarla enseguida, entro primero al baño gritando "¿Dónde está N...? ¿está en el baño?" a lo que N responde "¡No! ¡está en la cama de mama!". Fácil.
2. Cuando la encuentro, me dice que ahora ella va a contar y que mamá se esconde "debajo del edredón, mama". Y N se va a contar, y repite exactamente lo mismo que hice yo, me busca en el baño y luego va a la habitación. 

Y así sucesivamente. A veces hago trampa y me escondo detrás de la puerta, pero con cuidado de hacer algo de ruido para que N no se lleve un susto demasiado grande. 

Normalmente el juego evoluciona en otro en que las dos nos escondemos debajo de un edredón y llamamos al "monstruo papa". Y el monstruo viene y intenta entrar en nuestra "burbuja" y hacernos cosquillas. 

Es una delicia. 

Y sí, sigue teniendo momentos en los que pierde el control, lo cual es absolutamente normal. Afortunadamente, seguimos navegando esos momentos juntas. Normalmente, aunque esté enfadada, siempre viene a mis brazos cuando los extiendo hacia ella. Entonces hablamos. Bueno, yo hablo y ella sigue llorando y quejándose. La mayoría de las veces encontramos un término medio, cediendo las dos un poco. Ni lo que yo quiero, ni lo que ella quiere. Otras veces, tiene que ser lo que yo quiero (por la carretera tiene que darme la mano, en el supermercado no compramos juguetes o es hora de ir a casa o a dormir) y eso supone que quizás acabamos teniendo que cogerla en brazos contra su voluntad. Pero así es como es. Y no me quejo, porque en realidad podría ser mucho peor. 

Por supuesto la gente dirá que tenemos suerte, y quizás sea cierto. Pero yo prefiero pensar que también está influído por nuestro modelo de crianza y por como hemos decidido hacer las cosas. Con respeto, con entendimiento, con cariño, con límites pero con amor y empatía por encima de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario