miércoles, 2 de noviembre de 2016

Las pequeñas cosas

Ayer fuí a recoger al pequeño troll y la encontré (de nuevo) sentada contemplando a los cachorros perrunos nacidos hace unas pocas semanas en casa de su cuidadora. Por lo visto pasa mucho rato simplemente mirándolos, y cuando los toca lo hace con una delicadeza inusual (mi hija es un poco salvaje muchas veces, pero nunca con los miniperros).

El caso es que no me oyó llegar y no se percató de mi presencia hasta que, estando detrás de ella, le dije "¡Hooolaa!". Y en ese momento se giró y su expresión cambió de asombro a felicidad absoluta en cuestión de milisegundos. Se puso en pie, me señaló con un dedo, miró a su niñera y exclamó:

- MIN mama! MIN!! MIN mama!! (¡MI mama! ¡MÍA! ¡MI mama!)

Todo esto con una sonrisa de oreja a oreja.

A lo que su cuidadora le respondió "Sí, es TU mama".

Mi hija se me acercó, me agarró la mano y dijo "casa", arrastrándome hacia la puerta.


Me encanta que sea feliz en casa de su niñera, que sé que lo es. Me encanta que sea como una segunda família, donde el troll está cómoda y contenta con todos.

Pero me encanta aún más que cuando nos ve a mí o a papuchi, se le iluminen los ojos y automáticamente decida a ir a casa.

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