miércoles, 24 de febrero de 2016

Días espesos

Hoy tengo el día tonto. De esos en los que tienes que trabajar (y mi trabajo es 80% intelectual) y no hay manera de que nada salga bien. De esos en los que decimos que estamos espesos.

Ilusa de mí, he pensado que alomejor escribir aquí me aclaraba las ideas, y en cambio mi lentitud y torpez mental simplemente se han extendido también al reino blogger.

Días como hoy me gustaría ser una SAHM (Stay at Home Mum), o lo que es lo mismo, una madre de las que trabaja en casa, ocupándose de su hogar y de sus hijos. Porque al fin y al cabo, las que trabajamos fuera luego llegamos a casa y también nos toca seguir haciendo cosas. Hoy me habría levantado y dormido hasta que la peque se despertara en lugar de despertarla yo. Habríamos desayunado y jugado un ratito y luego habríamos salido a dar un paseo. Durante la siesta del bebé limpiaría la cocina y haría las camas. Recogería juguetes y me daría una ducha y ya sería la hora de comer. Haría de comer para mí y para el troll y después jugaríamos otro ratito, quizás fuera en el jardín. Y después ya llegaría papuchi a casa y mamuchi podría descansar un ratito.

Qué bien suena todo esto dicho así.

Luego la realidad es otra. La realidad es que cuando no tengo el día absurdo como hoy, voy al trabajo y lo paso bien. Tengo conversaciones interesantes con personas adultas y en general me siento productiva y orgullosa. Almuerzo en el trabajo y eso me obliga a comer más sano (porque no puede una llevarse pasta al trabajo día sí y día también). Y por supuesto está el factor económico de que entren dos sueldos en casa y no uno. Papuchi y yo no derrochamos (yo siempre he sido una hormiguita) pero ahora estamos en una casa más grande y más cara. Tener coche aquí es un lujo. Y además a mí me gusta tener ahorros, porque me dan seguridad. Y así puedo viajar a casa de vez en cuando, aunque no tanto como me gustaría.

Y nos nos engañemos, un día en casa con la peque suena maravilloso, dos días suenan genial, tres días suenan bien, pero cada día de cada semana de cada mes, exclusivamente viendo a mi peque crecer...

... pues la verdad es que ahora mismo suena también maravilloso.

lunes, 15 de febrero de 2016

Todo llega

Ya vuelve a ser lunes. ¡Qué rápido pasa el tiempo cuando uno disfruta!

Cada día que pasa estoy más enamorada y anonadada con mi peque. Ayer tuvimos visita de unos amigos con su niña de 6 semanas, y ver al pequeño troll cogerle la manita delicadamente me derritió por dentro. Siempre le sonríe y se la ve super feliz mirando a Gal.la (la hija de mis amigos) y si no la estuvieramos controlando seguramente la achucharía y muy probablemente le haría mucho daño sin querer.

Y yo miro a Gal.la y no me puedo creer que mi niña haya sido así de chiquitita. Cabe decir que el pequeño troll nunca tuvo la carita típica de los bebés recién nacidos, siempre se vió un poco mayor. Y a las seis semanas, cuando la bautizamos, ya no parecía una recién nacida en absoluto, diría yo. Pero aún así, toda esa etapa de miedos, de inseguridad, de lágrimas... todo parece un sueño, irreal, como que está muy muy lejano y casi parece que nunca sucedió.

Ahora todo son risas (y algún llanto de la peque, pero pocos) y achuchones y cosquillas. Todo es jugar y explorar y no querer irse a dormir (de ahí los llantos). Sí, paso todo mi tiempo libre con mi peque, pero lo disfruto tanto o más que ella, aunque simplemente me siente a verla jugar. Tener la oportunidad de verla interactuar con sus juguetes y redescubrirlos una y otra vez es maravilloso. Saber que tú has creado a esa personita, que le has dado vida, es una sensación indescriptible. No se puede comparar con absolutamente nada en el mundo. Al menos, nada que yo haya experimentado antes.

El sábado estábamos jugando sobre unos colchones en el suelo, cuando la agarré de las piernas y la hice rodar, primero de la espalda a la barriga y luego al revés. Por lo visto le pareció divertido, porque al momento lo hizo ella sola. De la espalda a la barriga y siguiendo otra vez a la espalda.
Ella sola. Sin ayuda.

La peque nunca había hecho esto, al menos no premeditadamente, así que lo celebré y la aplaudí (lo que la llevó a repetir la operación una y otra vez). Y luego llamé a papi para que viniera a verlo.

Una parte de mí, en ese momento, se quedó un poco más tranquila. Los bebés "normalmente" aprenden a rodar antes de gatear y de andar. A menudo antes de saber sentarse. Pero mi peque fue rápida aprendiendo a sentarse, y eso combinado con que siempre odió estar panza abajo, causó que nunca llegara a hacer la croqueta (rodar de lado, esto es).

Entonces todo el mundo te dice que es importante que hagan esto y lo otro. E internet está lleno de videos del estilo "ejercicios para que tu bebé aprenda a rodar" o "enseña a tu bebé a sentarse" o "así enseñas a tu bebé a gatear".

Pues desde aquí, yo pregunto: ¿Y si confiamos en la capacidad de los niños de aprender a hacer estas cosas solos? ¿Y si les damos tiempo y dejamos de intervenir hasta que haya verdaderos motivos para hacerlo (en caso de un retraso del desarrolo real)? 

Todo esto está reflejado en la filosofía RIE (Resources for Infant Educators), creada por Magda Gerber. Por Navidad recibí unos cuantos libros sobre el tema que aún tengo pendientes, pero en general esta manera de educar implica principalmente:

- Confiar en las capacidades del bebé y permitirle desarrollarse a su propio ritmo, y no al nuestro.
- Observar sensitivamente para entender qué puede hacer por si sólo y en qué cosas aún necesita ayuda (a veces, si ayudamos al bebé demasiado rápido, estamos privándole de una oportunidad para aprender a hacer algo nuevo ella sola).
- Involucrar al bebé en las actividades cotidianas para que sean participantes activos y no receptores pasivos. "A ver, te voy a quitar el pantalón. Primero la pierna derecha... ¿Me ayudas a sacar tu pierna? ¿Puedes sacarla tú?". Importante también darles el tiempo necesario para intentarlo. 
- Un abiente seguro, tranquilo y estimulante.
- Tiempo de juego ininterrumpido. Y en esta línea, dejar que jueguen como ellos quieran y nunca intentar enseñarles a jugar, por ejemplo "Mira, la pelota se rueda así, ¿ves?". 
- Consistencia. Reaccionar siempre de la misma manera ante las mismas acciones, sin importar nuestro estado de ánimo. Comunicar nuestras expectativas y establecer límites claros. Que el bebé sepa lo que se espera de él para poder actuar en consecuencia. 


Pero esto de la RIE merece uno o varios posts en un futuro. Cuando haya leído bien los libros. Y así os explico :)




viernes, 5 de febrero de 2016

¿Pero dónde se van mis días?

Hace ya casi 3 meses (!!!!!) que no escribo. Mudanza, Navidad, vacaciones... la verdad es que no hemos tenido un respiro en las últimas semanas.

La peque cumple hoy 9 MESES. Siempre digo lo mismo, pero no me lo puedo creer. Cada vez que me vuelvo a dar cuenta de lo rapidísimo que pasa el tiempo, me digo a mí misma que tengo que disfrutar cada momento con mi pequeña, porque cada momento es único e irrepetible. El reto es trabajar más de 7h al día, conducir más de 2h y ponerse a revolcarse por el suelo al llegar a casa muerta de cansancio. Pero lo hago, y con gusto. Porque en menos que canta un gallo, mi hija estará cerrándome la puerta de su cuarto en las narices.

Nuestro troll pesa ya cerca de 11kg y mide unos 76cm (aunque lleva ya ropa de la talla 86). Habla, ríe, baila y se pone a cuatro patas, aunque no gatea aún. Pero camina y casi corre si la llevas de las manos o si tiene muebles en los que irse apoyando. Le gustan los abanicos y los cables y los mandos de la tele. Los móviles también. Y los ordenadores, sobretodo el teclado. Adora los animales y en casa de su cuidadora se pasa el día siguiendo a los perros y hablando con ellos.

Aún sigue con el biberón, pero todo lo que nosotros comemos lo prueba. Las papillas que se las coma mamá, a mí dame pizza, y canelones y pollo al curry. Tenemos el armario a rebosar de todo tipo de cereales y papillas de bebé, y ahí se van a quedar porque a mi niña no le gusta esto de que le den de comer con cuchara. Ella tiene que comer solita, con sus manos, como un mono. Y beber agua de un vaso, como los adultos.

Hace un par de semanas empezó a saludar, y luego a aplaudir.

Se parte de risa cuando le mordisqueo los muslos o cuando papi o mami se ponen cosas extrañas a modo de sombrero. Porque mami y papi son así, y a veces se preguntan si estarán perjudicando a su peque siendo así de payasos, si crecerá pensando que el mundo es demasiado aburrido porque la gente no se pone cacerolas o coladores en la cabeza.

Tiene mucho carácter. Sabe lo que quiere y lo que no, y lo expresa con soltura. La semana pasada estuvo aquí la enfermera y cuando se fue, papi y yo no cabíamos por la puerta (de lo orgullosos que estábamos, se entiende). Nos dijo que no esperemos que la niña gatee, que seguro que caminará directamente y ya gateará después. Nos dijo que habla mucho, y es muy despierta. Que no tiene miedo a los extraños porque es una niña que se siente segura, a diferencia de otros niños a los que les cuesta más interactuar con gente a la que no conocen. Le dió una cuchara de plástico para jugar, y luego unas anillas enlazadas. Después metió la cuchara entre las anillas y se la dio tal cual. La renacuaja tardó medio segundo en sacar la cuchara de las anillas, tirar la cuchara al suelo y quedarse con esa cosa metálica/plateada tan chula. Por lo visto fue muy rápida (para el estándar bebé), pero mami explicó que es que en casa también nos gusta ponerle "puzzles" y jugar con cosas cotidianas.

También es cierto que sigue odiando estar panza abajo, y que no rueda hacia la espalda ni al revés. Pero por lo visto es muy normal que los bebés hagan esto una vez y luego nunca más. Y dado que nuestra pequeña está tan avanzada (palabras de la señora enfermera, no mías), no es de extrañar que eso de rodar por el suelo o arrastrarse cual serpiente, no sea lo suyo. 

Podría seguir y seguir escribiendo, porque mi hija me fascina. Pero hay una lavadora que poner, un lavavajillas que vaciar y un marido con el que sentarse un rato a ver la televisión (aprovechando que son las 8 y la peque está dormida hasta el momento).

Esto de ser mamá es una locura, pero de las buenas. Me da tanta pena que esté creciendo tan rápido, aunque cada nueva etapa sea tan increíble y emocionante como la anterior. Empieza una a plantearse si en el futuro habrá que darle un hermanito a nuestra primogénita, sólo por poder experimentar todo esto de nuevo... aunque siempre está el riesgo de que el segundo te salga tarado, y entonces seguro que no se disfruta tanto...